“Mucha gente pequeña en lugares pequeños,
haciendo cosas pequeñas puede cambiar el mundo”
Gracias, Gracias y mil gracias a esas personas
que ofrecen su tiempo, esfuerzo, conocimiento y amor para ayudar a otros y
luchar por causas sociales y ambientales. Esta gente solidaria, generosa,
servicial, sensible y necesaria
Miles de personas en nuestro país se levantan cada mañana
dispuestas a ayudar a los demás. Oficialmente, su actividad no forma
parte del tejido productivo, ni incrementa el producto interior bruto (PIB), ni
hace bajar la prima de riesgo, ni potencia la competitividad ni se refleja en
los balances de la banca o en los informes anuales de las grandes empresas. Son
voluntarios, porque, en ese espíritu solidario sostenido, ese que se enfrenta
cada día a la pobreza, a la marginación, al cuidado del medio ambiente, a
suplir la faltas de mascarillas o equipos de protección a nuestros sanitarios.
Somos una sociedad a la que no le cuesta movilizarse ante las catástrofes.
Entonces, a generosos no nos gana nadie.
Toda crisis pone en tensión a la sociedades sacude bolsillos y
conciencias. Y está propiciando un movimiento altruista cada vez mayor, aunque
sea a espaldas de administraciones ciegas y sordas. “La crisis es un resultado
de la insolidaridad colectiva, en cuyo origen concurren la avaricia del sistema
financiero, la usura del sistema bancario y la ceguera de muchos individuos.
Ante el poder destructivo de las crisis, las personas desahuciadas y
los grupos sociales más vulnerables buscan salvavidas para sobrevivir al
naufragio. Y de espaldas a los causantes insolidarios de la crisis, crean una
nueva geografía de la solidaridad que se despliega en relaciones de gratuidad,
en autoayuda, en bancos de alimentos, en organizaciones de voluntariados, en defensa
ante un desahucio, en protesta indignada y solidaria”
Sin embargo, las crisis, además de abrirle la puerta a ese yo
solidario espontáneo, también ha puesto sobre la mesa la posibilidad, nada
remota, de que voluntarios seamos todos o, por lo menos, los millones de parados que ya existen en España. ¿Es
legítimo que los voluntarios sustituyan a los trabajadores cuando hay
sectores productivos necesitados?
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