Normalmente en todos los negocios se intenta tratar bien a los clientes, atendiendo a sus necesidades, excepto en el de la banca. Aquí casi nunca tiene razón el cliente y menos todavía si este ya tiene una edad como la que tenemos los jubilados.
Se van eliminando oficinas, reducen personal, se fuerza a practicar los medios digitales, en los que la mayoría de nosotros nos vemos perdidos. Es evidente que de forma paulatina van apretando la tuerca con la finalidad de disminuir los gastos y aumentar los ingresos, y esto sin ninguna protesta por parte de los perjudicados.
Estas últimas semanas se han propugnado, por parte de la Coordinadora Estatal por la Defensa del Sistema Público de Pensiones (COESPE), concentraciones ante sedes bancarias, o Bancos de España en las ciudades en que tienen presencia, para protestar directamente por las comisiones que los bancos nos cobran. Se da la paradoja que desde el 1 de Julio de 2018 la Seguridad Social tomó la determinación de que las pensiones se pagaran única y exclusivamente a través de transferencias a cuentas bancarias so pena de tener dificultades en su cobro.
Hete aquí que todos los pensionistas se ven obligados a abrir una cuenta corriente en algún banco, cuando estos están cobrando sus servicios mediante comisiones. Ya es grave que cobren comisiones por el mantenimiento de cuentas que libremente uno puede abrir en una oficina bancaria, siendo que su negocio, por lo menos parte, se realiza con el dinero que vamos a depositar en esas cuentas, pero más todavía que se le obligue a alguien que para cobrar su pensión tenga que abonar una cantidad.
Estas cantidades van desde 72 € al año a 240 €, aunque de forma absoluta no son grandes cantidades sí que lo son cuando se consideran globalmente, y mucho más, y por ahí viene la principal protesta, cuando tenemos en cuenta las exiguas pensiones que muchos jubilados cobran, con lo que las tan cacareadas subidas anuales no van al bolsillo de los jubilados sino al de los bancos.
Es imprescindible exigir que se nos facilite la comunicación con los bancos, depositarios de nuestro dinero, exigiendo atención personalizada y reclamando a quienes tienen que reordenar las relaciones bancos-consumidores que les obliguen a mantener servicios evitando complicarnos la vida, al igual que exonerar de comisiones a las cuentas abiertas para el cobro de las pensiones
Uno puede creer que esto es clamar en el desierto, pero no es así, empiezan a aparecer declaraciones y actitudes para dividir a los pensionistas y jubilados, me refiero al intento de enfrentamiento entre los que cobran pensiones bajas y los que las cobran más altas. Se están anticipando para crear un clima en contra del movimiento que defendemos, al igual que cuando se propugnaba la frase de “no hay dinero para las pensiones”.
No podemos caer en su juego, lo que hay que defender es que los salarios se dignifiquen y que las pensiones bajas las conviertan en cantidades que permitan una vida digna. No podemos aceptar el reparto de la miseria.
Es imprescindible conseguir que los que nos rodean se convenzan de la realidad.
Gobierne quien gobierne
las pensiones se defienden
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