lunes, 21 de octubre de 2024

Residuos


El día 6 de agosto se cumple como cada año, me parece muy feo decir “se celebra”, un nuevo aniversario de los bombardeos en Hiroshima y Nagasaki. Lo que pocos saben es que dos días después de estos horribles bombardeos las potencias vencedoras de la Segunda Guerra mundial firmaron los acuerdos que establecían el tribunal internacional encargado de juzgar los crímenes cometidos durante la contienda. Lo que pocos saben y no lo recuerdan  en las universidades e institutos es que aquel famoso tribunal de Núremberg, acto fundacional del derecho internacional moderno,, PROHIBIÓ LA GUERRA, a la que llamaron “ crimen supremo que concentra en sí mismo todos los crímenes”, pero que al mismo tiempo legalizaba los bombardeos. El la sentencia declaró inocentes a los aliados y alemanes por igual puesto que “ los bombardeos a las ciudades y fábricas se han convertido en práctica habitual y reconocida por todas las naciones”. Así el modelo Auschwitz, el de los perdedores, se convertía en el colofón de la barbarie humana y en una estremecedora advertencia para las futuras generaciones; mientras el modelo Hiroshima, el de los vencedores pasó a convertirse en “derecho consuetudinario”.

En 1914, el filósofo francés Marcel Proust hablaba de los aviones como “los ojos de la humanidad”. Se volaba para ver, no para bombardear. Pero hay ciertos ángulos de visión, ciertos rasgos de la mirada que imponen inmediatamente, como una tentación irresistible, el deseo de destruir aquello que se capta visualmente. El modelo Auschwitz, con sus terribles campos de exterminio, no es históricamente tan familiar que nos es fácil de rechazar porque nos escandaliza. Por el contrario el modelo de exterminio vertical desde el aire,  forma parte de la justicia de los vencedores. Deshumaniza a las víctimas antes de matarlas convirtiéndolas en simple “residuos”. Las víctimas residuales solo pueden alzar el puño desafiante. Por su  parte los verdugos, encerrados en su cabina de cristal o sentados frente a un ordenador, no experimentan ningún sentimiento por esas exigencias que subyacen bajo la pulsación con un dedo…

El capitalismo no se define por su capacidad de producir riqueza, sino por destruirla. Si consideramos que el 90% de las mercancías que se producen en el mundo dentro de seis o siete meses estarán  en la basura, se comprenderá que el capitalismo no produce sillas, mesas ordenadores  lavadoras… sino “residuos”; igual que las bombas lanzadas desdelos cohetes o los aviones y el ser humano se empeña al usarlos  y destruirlos se convierte a su vez en “residuo” frente al objetivo económico de substituirlas lo antes posible popr otras.

El capitalismo, como para el B-58, las cosas y los hombres son desde el principio “ restos” y su verdadero producto es – ni televisores ni lavadoras- la basura. Cada día llegan a Accra, capital de Ghana miles de toneladas de desechos electrónicos que en descomposición liberan residuos altamente tóxicos en los pulmones de los niños en busca del metal que vender . Lo mismo sucede en Karachi, Pakistán.

El capitalismo se ha ido apoderando de la política y de los políticos que nos ven a los pensionistas como “residuos” a los que hay que eliminar. No puede ser de ninguna manera que seamos una carga para las economías de los países. No puede ser que ganemos más que los asalariados de hoy, no puede ser que nuestra salud cueste tanto dinero a las arcas del estado que debe pagar inmensas cantidades de dinero por los intereses de la deuda contraída, no puede ser que vivamos tantos años, no puede ser hayamos vivido sin el objetivo de ahorro.

El problema ya no es ni la juventud ni la vejez. El problema radica en que el capitalismo contempla a la sociedad como un “residuo”. El Núremberg se prohibió la guerra, pero no los bombardeos. En definitiva el Capitalismo nunca creyó en la igualdad, a pesar de las proclamas que pueda hacer. Y para muestra un botón: El aspirante a la presidencia de los Estados Unidos Trump intenta hacer ver a la población americana que los inmigrantes no son personas, son residuos y como tales hay que tratarlos.

El día 26 en Madrid hay que gritarles a los políticos que no se vendan al capitalismo y que somos personas y no residuos.

GOBIERNE QUIEN GOBIERNE, LAS PENSIONES SE DEFIENDEN.

Por 


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